¿En qué consiste el famoso Efecto Bruselas?
Como bien repetimos en nuestros distintos medios, los reglamentos europeos son los más estrictos a nivel internacional. La ley de la Unión Europea pone especial énfasis en temas medioambientales, sanitarios o de protección al consumidor, seguridad alimentaria, protección a la vida privada o regulación de la incitación al odio en las redes sociales.
La creación de la detallada normatividad europea es resultado de los altos estándares de calidad para bienes y servicios de consumo que demandan los mismos ciudadanos y que serán aplicables a todos los Estados Miembro de la comunidad por medio de regulaciones o directrices.
Por ejemplo, el Reglamento General de Protección de Datos, es producto de la preocupación de la población por su privacidad. Esta preocupación surge desde la Segunda Guerra Mundial en la que se sistematizaron datos para identificar y perseguir a personas en el holocausto. Conoce más aquí.
El jugoso mercado europeo atrae a grandes empresas multinacionales, que buscarán cumplir con la normatividad de la Unión no solo por los ingresos que representa, sino por aumentar su reputación respecto a la oferta de productos o servicios de calidad y preocupación por sus clientes. Al adoptar las regulaciones europeas, traen a sus países de origen sus estándares, mismos que se proyectarán a otras empresas no-europeas en procesos de competitividad. Eventualmente, las mismas multinacionales presionarán a sus gobiernos para legislar respecto a los estándares que ya cumplen, ganando así ventaja sobre empresas que no están familiarizadas con los controles pertinentes.
En este proceso la Unión Europea se vuelve hegemónica en materia regulatoria, marcando los estándares de calidad y seguridad, para hacer que otros países les adopten. Cabe recalcar que este es un proceso que no fue planeado, simplemente es resultado de las características del mercado común.
Partiendo de lo anterior, el Efecto Bruselas tiene dos elementos. El primero es de facto, en el que las empresas deciden adaptar su comportamiento a las regulaciones del mercado único sin necesidad de intervención de los gobiernos de sus estados de origen.
El segundo es de jure, en el que los gobiernos no europeos adoptan las regulaciones de la Unión. Esto a partir de que las multinacionales que ya han adoptado las regulaciones europeas presionen a sus jurisdicciones para no competir en desventaja con otras empresas nacionales que no cumplen con los mismos estándares de calidad.
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